El pueblo de Israel, liderado por Moisés, tardó cuarenta años en alcanzar la tierra prometida. El éxodo comenzó con una generación, pero acabó con otra totalmente nueva. La generación que vio abrirse el mar rojo y la tremenda victoria de Dios sobre Faraón, murió en el desierto sin llegar a disfrutar de las bendiciones que Dios había prometido. Sin embargo, la segunda generación alcanzó a conquistar la tierra y a disfrutar de la leche y de la miel. ¿Qué diferenció una generación de otra para que la segunda triunfara y la primera fracasara? La primera generación venía de Egipto y no quiso morir a Egipto; la segunda generación venía del desierto y la expectativa de vivir mejor fue un estímulo para seguir adelante. Los jóvenes no habían conocido el alimento egipcio; los viejos todavía recordaban la comida del pasado.
La única manera de conquistar la visión que Dios nos ha dado es:
1º.- Morir a la vieja vida, a los viejos modos, a las viejas costumbres, al viejo hombre.
2º.- Una vez muerto al pasado y a uno mismo, comienza el trasiego desértico.
Observa:
a) El desierto siempre nos empuja hacia adelante y no hacia atrás;
b) El desierto pone a pruebas nuestras fuerzas. Entonces comprobamos que tenemos más fuerza de la que creíamos tener;
c) El desierto nos lleva hasta el límite. Entonces nos damos cuenta de que podemos sobrepasar los límites más allá de lo que pensábamos;
d) El desierto nos prepara para disfrutar de la visión y de la promesa con un espíritu de administradores prudentes.
e) El desierto nos enseña a que una parte del esfuerzo es nuestro, pero otra parte es de Dios;
f) El desierto nos enseña a confiar en Dios en las buenas y en las malas;
g) En el desierto se aprende a desprendernos de la comodidad, que controlamos, y a vivir en dimensiones donde sólo Dios tiene el control y nada depende de nosotros.
En este tiempo es muy importante decidir a qué generación pertenecemos: a la que llega a ver y disfrutar de la visión o a la que no se esfuerza y renuncia a las enseñanzas y a la preparación en el desierto. De esa decisión depende el éxito del propósito de Dios para tu vida.
Bendiciones
Francisco Rubiales Ministerio Evangelístico
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