Me ha parecido muy interesante esta reflexión
3 Transformaciones De Todo Discípulo De Jesús
La vida en Cristo es una constante transformación. Debido a que seguimos un infinito Señor, nuestras posibilidades también lo son. Convertirse en un seguidor de Jesús debe manifestar siempre tres transformaciones: hemos nacido de lo alto; adquirimos su carácter; y imitamos sus obras. La mayoría de los creyentes tienen alguna idea sobre la primera, una esperanza sobre la segunda, y casi ningún concepto de la tercera.
Los relatos de los evangelios revelan a un grupo heterogéneo de seguidores de Jesús acosados por luchas internas y con una pequeña dosis de orgullo. Sin embargo, aún así Jesús los preparó para dejarlos a cargó para luchar con lo imposible.
“De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré” (Juan 14: 12-14).
Los primeros discípulos demostraron que estaban a la altura, no porque actuaban juntos o por que caminaron con el Señor, si no porque la vida de Jesús se había plantado en ellos como una semilla incorruptible. La semilla crecería dentro de ellos en al menos tres formas:
1). Los primeros discípulos se vieron transformados por el nuevo nacimiento.
Ellos entendieron que en realidad eran una nueva creación. El ADN de los cielos se había integrado a su propio ser. Antes, hombres tímidos de la clase trabajadora, hoy amenazaban al Imperio Romano al igual que su Maestro lo había hecho. Si tenemos esta clase de ADN, ¿dónde está la semejanza?. Hoy muchos cristianos modernos están preocupados por su pasado, preocupados por su pecado, y preocupados por su futuro. Que han experimentado poco o ningún cambio. Pero si el poder de Dios puede asegurar nuestro destino eterno, ¿no debería ser capaz de afectar nuestros pensamientos y acciones aquí y ahora? Esta fue la marca de la iglesia primitiva.
2). Los primeros discípulos se vieron transformados en el carácter.
Ellos demostraron el carácter de Cristo en un grado que no era posible por su propia buena voluntad o esfuerzo humano. En nuestros días, nos vemos tentados a pensar que debemos “actuar mejor” porque somos cristianos. Esto es una trampa diabólica: sólo el “actuar mejor” siempre y cuando nuestra fuerza de voluntad pueda – sólo hay que preguntarle de esto a cualquier persona que ha iniciado una dieta!.Al final, nuestra mera fuerza de voluntad nos fallará, así como, a los discípulos en la noche en que Jesús fue arrestado. El cambio de un verdadero carácter fluye desde el nuevo nacimiento como fluye el agua de un manantial desde la fuente. La transformación del nuevo nacimiento se abre paso en nuestro carácter por el hambre y la sed de las cosas del cielo. Un niño recién nacido sin hambre y sin sed esta gravemente enfermo:¿por qué debería ser diferente en nuestra vida con Cristo?
3). Los primeros discípulos se vieron transformados por el poder para el ministerio.
Los primeros seguidores de Jesús eran sorprendentemente como Jesús, en pensamiento, palabra y obra. Era gente común que declaraba el mensaje del Reino de Dios (como Jesús lo había hecho) y demostraba la llegada del Reino con acciones de gran alcance – al igual que Jesús lo había hecho. Por el Espíritu Santo los primeros creyentes descubrieron una transformación de las imposibilidades de la carne a las posibilidades de los cielos. ¿Qué significa hacer las obras de Jesús? ¿Cómo respondemos a la pregunta revela nuestra comprensión de lo que significa vivir “en Cristo”?. En sus días, Jesús tenía un alto concepto de sus seguidores. El creía en ellos más de lo ellos creían en sí mismos. Es aún su día si lo dejamos obrar en nuestras vidas hoy.
Los primeros discípulos estaban a la altura. En los siglos pasados el pueblo de Dios a veces ha cumplido con la carga dada por nuestro Señor, y en ocasiones han intercambiado tareas celestiales en algo alcanzable por el esfuerzo humano. Cada generación tiene que lidiar con el desafío que Jesús nos dejó. Los primeros discípulos estaban a la altura. La pregunta es hoy si estamos a la altura también.
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