"Y durmió allí aquella noche, y tomó de lo que le vino a la mano un presente para su hermano Esaú: doscientas cabras y veinte machos cabríos, doscientas ovejas y veinte carneros,treinta camellas paridas con sus crías, cuarenta vacas y diez novillos, veinte asnas y diez borricos"
Génesis 32.13-14
Jacob no le dio cualquier ofrenda a su hermano Esaú. Le dio ofenda de machos y hembras. No se trataba de un puñado de animales, sino, además, el linaje y la descendencia de esos animales. Era una ofenda magnificada, a futuro, una ofrenda que se iba a multiplicar. Para Jacob era más importante reconciliarse con su hermano que tener más ovejas, y más vacas, y más camellos, y más cabras y más borricos.
Dios espera eso de nosotros: que nuestra ofrenda no se consuma en sí misma, sino que sea una ofrenda con aspiraciones de eternidad. Que tremendo es cuando entregamos una ofrenda que se convierte en folletos para evangelizar, en un nuevo equipo de sonido, en un programa de radio o en comprar Biblias para regalar a quien no tiene. Vemos como la ofrenda se multiplica, pues el evangelismo trae mas personas a salvación, un nuevo equipo de sonido amplifica la voz de la predicación y alcanza a mas inconversos, un programa de radio permite que la Palabra de Dios llegue más lejos, y una Biblia a quien no la tiene le da una oportunidad de abrir los ojos y conocer de Dios.
Que bueno es saber que para Dios lo importante eres tú y no tu ofrenda; pero que importante es que tu ofrenda sea uno de los medios que Dios usa para conocer tu corazón.
Francisco Rubiales Ministerio Evangelístico
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